Los problemas de Rafael Nadal ante Adrián Mannarino duran un set. Tras un tie break de treinta puntos (y en el que se salva incluso en cuatro ocasiones) el campeón de España se reparte entre el segundo y el tercero sin realizar ningún cambio particular en el guión.
El tenista francés -evidentemente probado por el maratón con Aslan Karatsev en la tercera ronda- mueve el marcador solo en tres ocasiones. Nadal alcanza luego los cuartos de final en el Melbourne Park azul por decimocuarta vez en su carrera (mejor solo Roger Federer) y hace cuarenta y cinco en los Slams.
En el podio de esta clasificación especial junto al suizo obviamente Novak Djokovic. El campeón de la edición 2009, con una racha positiva de ocho juegos, presumiblemente esquiva hasta el más complicado de los obstáculos en el camino a la final.
Alexander Zverev, derrotado por Denis Shapovalov en tres sets, pierde una vez más la oportunidad de avanzar en la porción del tablero que dejó vacante el número uno del mundo. Las geometrías de Mannarino obligan a Nadal a la prórroga. Al menos durante la primera etapa.
El mismísimo campeón español, que lucha por encontrar los apoyos adecuados y por leer la dirección del saque, se encuentra incluso anulando un punto de quiebre al pie del desempate. Tie break que, según el protocolo, resulta completamente loco y obviamente decisivo.
Nadal, que se recupera de un 2-4 de desventaja y que engancha el 6-4 con un extraordinario pase de derecha a la carrera. ¿Encima? Para nada. Mannarino sigue muy enganchado, consigue un total de cuatro puntos de set (desperdiciando la ocasión del 12-11 de forma bastante banal, favorecida por un balón corto bastante blando del mallorquín) y con el punto del 15-15 prácticamente en la mano pierde el punto.
ángulo de ataque y lo convierte en presa fácil para el transeúnte.
Marc López habla de Nadal
Marc López reveló recientemente que la transformación de amigo a entrenador de Rafael Nadal no fue fácil. Dijo que se hizo aún más difícil ya que implicaba criticar a un jugador cuyo juego era prácticamente perfecto.
«He compartido muchos momentos con Rafa, pero como amigo. Ahora es diferente. Me costaba un poco dar instrucciones a un jugador que está cerca de la perfección. Aunque siempre lo digo desde fuera, hay cosas que se puede mejorar», dijo López.
“Conozco muy bien a Rafa. Llevo muchos años viendo sus partidos y sé lo que piensa cuando juega. Me siento en la obligación de decirle cosas porque quiero lo mejor para él”. A pesar de ser entrenador, destacó que era importante disipar las dudas de Nadal como amigo fuera de la cancha.
«Fuera de la cancha, Rafa es una persona que tiene su [own] pensamientos y dudas. Mi papel es intentar echarle una mano en la medida de lo posible», dijo López. «En la cancha cambio de mentalidad y le digo lo que veo, y fuera de la cancha tenemos la misma relación que antes. Su entorno es muy importante para él».