Franco Armani no la está pasando bien. Lo aceptó Martín Demichelis después del empate de River contra Vélez pero también estuvo a la vista en el último tiempo: el arquero argentino más ganador de la historia con 23 medallas de campeón en su museo personal tuvo en un lapso de ocho días con errores impropios de su jerarquía y por eso el foco se puso sobre él.
Ahora bien, el Pulpo no parece ser el único responsable de un momento de irregularidad del CARP. Las fallas de los arqueros suelen tener, evidentemente, otra notoriedad inherente al puesto y son las que aparecen en todos los compactos que sintetizan los partidos de fútbol en tevé. Están allí, ametralladas a flashes por encima de la alfombra; pero debajo, en el caso de River, hay muchas otras falencias y de las más variadas para explicar una llamativa merma de eficacia en las dos áreas que va de un mes a esta parte.
Después de una racha récord de victorias consecutivas sin goles en contra que posicionó a River bien arriba en la Liga, el equipo empezó a tener una baja notoria en su eficiencia para convertir y, en paralelo, los rivales aprovechan cada vez más las -muchas menos- chances que tienen. “Creamos mucho, convertimos poco. Nos generan poco y nos convierten mucho”, lo sintetizó el propio Demichelis tras el 2-2 en el Amalfitani.
El diagnóstico del entrenador es exacto. Y se ve reflejado también en los números fríos: desde aquel partido con Atlético en Tucumán del 28 de abril en el que se cortó la seguidilla top del líder de la LPF, River es la mitad de efectivo que sus contrincantes de turno.
Martin Demichelis – 31-5-2023
Demichelis sobre Armani
Sí, de ATU hasta acá, necesitó de 4,7 remates al arco (y 12 tiros en general) para hacer un gol mientras que sus rivales le convirtieron a razón de 2,3 disparos a los tres palos (y 6,1 remates). Con 108 tiros y 42 de ellos al arco, el equipo de Micho hizo 9 goles en este tramo (una efectividad del 21%) mientras que sus adversarios le patearon 74 veces, de las cuales solo 28 fueron a meta, con 12 gritos (43%): en resumen, hizo menos goles de los que recibió y llegó mucho más que los rivales.
En cualquier caso, Micho tiene bien en claro que el escenario tiene una lectura coyuntural y otra, acaso más importante, de fondo: como dijo el lunes, que a River le lleguen poco “es bueno” y que River llegue mucho también lo es. Las estadísticas también hablan de que su equipo asume un rol protagónico, que se defiende con la tenencia durante tramos muy largos, que genera peligro: son las condiciones fundamentales -y las más difíciles de lograr- que debe propiciar un entrenador para que luego sean los futbolistas los que ejecuten. Por lo demás, “el fútbol se decide en las dos áreas” y un equipo que falla en ambas tiene, evidentemente, un problema a corregir.
Un problema que no necesariamente se circunscribe a las decisiones que toman los delanteros o volantes con llegada y a la última línea: estructuralmente hay algunos patrones que también parecieron incidir en el último tiempo. Más allá de errores individuales como los de Lima, de las imprecisiones no forzadas en la salida de Armani al mano a mano de Barco o el penal de Borja, se advierten patologías en el funcionamiento defensivo y ofensivo que atraviesan todas las líneas.
Tal vez más agravado en los partidos de Copa por un idioma más desesperado del equipo (en este torneo es uno de los equipos que más veces remató y, a la vez, el más goleado de la actual edición), el retroceso a menudo puede ser desordenado y se notó también en Liniers: con Aliendro y Pirez indecisos para presionar a fondo a Cabrera antes del pase a espaldas de Casco en la previa al 1-1, o con una falla grave de basculación en el gol de Ortega, en el que Beltrán, Palavecino, Simón, Kranevitter y Aliendro se agruparon alrededor de Ordóñez y dejaron libre al lateral izquierdo de Vélez al borde del área.
River Plate – 31-5-2023
Qué dijo Chila Gómez sobre el error de Armani frente a Vélez
Al mismo tiempo, en la faceta de ataque por algunos pasajes falta determinación para finalizar las jugadas. Como si oliera sangre, luego la viera y por último la limpiara, o bien reiniciando la secuencia de pases o apurándose sin advertir la mejor opción: no siempre es el último toque el defectuoso sino el anteúltimo.
Desde ya, las imprecisiones y/o desatenciones son normales para el desgaste al que está sometido el equipo en esta parte del semestre y, especialmente en defensa, para los cambios que debió hacer Demichelis forzado por bajas físicas o suspensiones. Pero justo a esta altura es, también, cuando más peligrosas pueden tornarse para un River que se juega mucho y que venía de tener números de eficacia poco menos que ideales y diametralmente opuestos al del último mes.
El post Decano…
Antes de aquel partido en Tucumán, el CARP ostentaba un 50% de efectividad (35 goles y 70 remates al arco: un grito cada dos remates) y sus rivales apenas un 26% (50 disparos a meta recibidos, 13 goles en contra). Eso sin contar, claro, que es junto a Talleres el equipo más goleador de la Liga y que convirtió en absolutamente todos los partidos de la era Demichelis, incluyendo los amistosos.
Será tiempo de reencontrarse, entonces, en aquel círculo virtuoso inicial. Y retomar desde allí, para poner las cabezas en remojo y encarar un mes de junio que decidirá buena parte de lo que resta de esta primera mitad de temporada y, por qué no, del año. Para que no sea una película de eficiencia ficción…