¿Quién podría culpar a los jinetes por ser tan impacientes? Estaban hartos y totalmente desilusionados de golpearse la cabeza contra una pared de ladrillos o, en la mayoría de los casos, las barreras de Armco, por la seguridad, el premio en metálico y el justo respeto por parte de los Promotores y Organizadores. Con Roberts y Coleman a la cabeza, todos los mejores pilotos de Grand Prix acordaron competir en una serie rival.